La litofanía consiste básicamente en la proyección de una luz (antiguamente, de una vela, pero también de luz solar) a través de una lámina semitransparente en la que se ha modelado un volumen. El cambio de grosor hace que al trasluz varíe la opacidad de cada parte de tal manera que las zonas más oscuras de la imagen original están resueltas con mayor grosor de lámina y las más claras con menor grosor. El resultado es que al pasar una luz a través de la lámina vemos la imagen en claroscuro.

Las litofanías modernas se produjeron por primera vez en Europa durante la década de 1820. Su nombre proviene del griego y significa «hacer aparecer».

Las primeras litofanías se hicieron tallando una imagen en cera, creando un molde de yeso (o, a veces de metal) y fundiendo porcelana a 2000 grados. Estas primeras obras realizadas en porcelana a menudo se agrietaban por las tensiones térmicas generadas durante el proceso. Las litofanías terminadas tenían de 1,5 a 6 mm de espesor y eran elementos extremadamente frágiles. Estas características hicieron que su producción fuera especialmente costosa y laboriosa.

Las litofanías se han vuelto más fáciles de manufacturar.  Hoy en día, la forma más común de crearlas es imprimiéndolas en 3D a partir de plástico o resina. El proceso de impresión 3D da resultados exquisitos con un costo de mano de obra y material significativamente menor que la fundición o el mecanizado CNC.